El estallido de la pandemia no solo vació las calles más emblemáticas de Europa, sino que paralizó todo. ¡A casa!, ordenaron los gobiernos europeos, que cerraron las fronteras de Europa obligados por el virus. Mientras los turistas dejaron de tirar monedas en la Fontana di Trevi, en marzo de 2020 siguieron, pese a todo, volando aviones por los cielos europeos.
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