El pasado 20 de febrero pudo haberse producido una nueva catástrofe aérea. No hubo consecuencias para los pasajeros, pero sí implicaciones económicas para aerolíneas y fabricantes. De nuevo un avión de Boeing salió en todos los telediarios y las imágenes difundidas del motor derecho ardiendo del B-777 de United Airlines dieron la vuelta al mundo.
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